De colchón, de rinconcito;
redonditos y acogedores.
Reivindico la masculinidad blandita
que acaricia, besa y cuida
con cálido y cercano amor:
un corazón que se extiende más allá de las manos.
Mirada cómplice y comprensiva,
paciencia sexie y sonrisa;
hombres que abrazan dejando el espacio necesario para ser mujer.
Sus brazos son un lugar donde encontrarse
descansar y sumar fuerzas;
reconquistar el mundo entre los dos,
devolvernos lo que en algún momento accidentado perdimos.